Presentación
Soy Cecilia, la fundadora de Ohm Masaje, un espacio dedicado al bienestar ubicado en Playa Blanca, Lanzarote.
Hace dos décadas que me sumergí en este camino del amor incondicional, un viaje que ha transformado mi vida y mi trabajo.
Este camino ha sido una constante búsqueda de conocimiento y perfeccionamiento.
He dedicado años al estudio y la investigación de diversas técnicas de masaje, explorando las profundidades del cuerpo y la mente.
He viajado por diferentes lugares, absorbiendo las enseñanzas de maestros y culturas diversas, enriqueciendo mi comprensión del arte del masaje.
Mi objetivo siempre ha sido ofrecer una experiencia completa, utilizando mis manos como vehículo para compartir y expresar todo el conocimiento y la pasión que he acumulado.
Cada masaje es una oportunidad para conectar con el otro, para transmitir energía y alivio, y para guiar a las personas hacia un estado de mayor bienestar y armonía.
Ohm Masaje es, en esencia, la materialización de este viaje, un espacio donde el amor incondicional se manifiesta a través del tacto y la sanación.

OHM
Om es un sonido sagrado, considerado el mantra primordial del universo. Representa la vibración original a partir de la cual surgió toda la creación. Es mucho más que una palabra: es una experiencia, una energía, un símbolo de conexión profunda con uno mismo y con el todo.
En el hinduismo, budismo y otras tradiciones espirituales, Om simboliza la unión del cuerpo, la mente y el espíritu.
Se pronuncia A – U – M y cada una de sus partes tiene un significado:
- A: Representa el estado de vigilia, el mundo físico.
- U: Simboliza el estado del sueño, la dimensión sutil.
- M: Encarna el sueño profundo, el silencio, la conciencia pura.
Cantar OM ayuda a calmar la mente, armonizar la energía interior y conectar con la conciencia universal. Es un recordatorio de que todo está interconectado y de que dentro de cada uno habita una chispa divina.

Namasté
Namasté es mucho más que un saludo; es una expresión del alma. Procedente del sánscrito, significa literalmente:
«Me inclino ante tí» o «Lo divino en mí honra a lo divino en tí«
En su esencia, Namasté, reconoce que todos compartimos una misma esencia sagrada, más allá del cuerpo, la mente o la personalidad.
Al decirlo —acompañado del gesto de juntar las palmas frente al corazón e inclinar levemente la cabeza— estamos reconociendo la luz, el amor y la divinidad que habita en la otra persona.
Decir Namasté es recordarnos que no estamos separados.
Es un acto de amor, de unidad y de reconocimiento del alma.
